29 de septiembre de 2009

Circo de Gredos


Subida al Almanzor, techo del Sistema Central (2591m.)



Circo de Gredos



Laguna Grande

Almanzor



Portilla Bermeja





Portilla del Crampón


Vivac de la cima secundaria

Ameal de Pablo y Risco Moreno


A la derecha la Portilla de los cobardes

Ameal de Pablo desde la Portilla del Venteadero



Ameal de Pablo (2509m.)

Laguna Grande y refugio Elola

17 de septiembre de 2009

Reflexiones bicicleteras


Revolución global


A título personal, creo que estamos viviendo un momento especial en lo que se refiere a la expansión del mundo de la bicicleta en nuestro país. Hasta no hace mucho podíamos comprobar como el éxito social y el enorme desarrollo vividos en España estaban vinculados a la adquisición de vehículos a motor para el transporte de mercancías y personas o simplemente para hacer explícito nuestro status social.


Afortunadamente esta tendencia está siendo modificada cada día en las mismas bases de las profundas estructuras sociales, bien por necesidad o por concienciación, pero lo importante es que se está produciendo.


Hoy día podemos ver claramente como se provocan estas modificaciones en las viejas costumbres de nuestra sociedad. El uso de la bicicleta en nuestras ciudades y campos se está realizando en un primer momento del cambio con la expresa finalidad de realizar algún tipo de ejercicio físico, sin más, pero ésta saludable e inocente actitud abre las puertas a una mayor concienciación colectiva sobre la utilidad y los posibles usos que de éste medio se pueden obtener.


Además de los efectos y hábitos saludables que el uso de la bicicleta genera en nuestro cuerpo y del posible ahorro energético con el conseguimiento beneficio y respeto medioambiental, el uso de éste medio modifica profundamente los puntos de vista y perspectivas del individuo sobre sí mismo y sobre el entorno que le rodea, estas perspectivas hoy día desafortunadamente desvirtuadas, generalizadas y aceptadas por la sociedad de forma inmediata y automática conforman la manera de entender el mundo. Unos breves ejemplos ayudarán a comprender lo que trato de explicar:


Hoy día el uso del coche, el tren de alta velocidad o los aviones, consiguen que podamos trasladarnos de forma rápida y eficaz a lo largo del globo en unos tiempos más que rápidos, aún diría que, excesivamente veloces para el cuerpo y la mente humana, ¿Por qué excesivamente?, -nos podemos preguntar-, porque a día de hoy realizamos éste traslado físico en el espacio desfigurando la dimensión espacio-temporal de aquellos lugares por los que nuestro cuerpo se desplaza, es decir, no tenemos ninguna relación con el entorno que dejamos atrás, vaciando, así, a la mínima expresión el medio natural, lo procesos culturales que se originan en el entorno y las distintas formas de vida desarrolladas por los distintos pueblos y culturas que en el espacio recorrido existen a pesar de que no las veamos.


Todo ello implica una fuerte reducción en la perspectiva global del individuo respecto de la tierra y de lo que en ella existe, y, de ésta manera también sufre una cierta modificación la conciencia colectiva sobre la concepción del tiempo requerido para efectuar los desplazamientos, disminuyendo de ésta forma la subjetivización del espacio y del tiempo y, por tanto, repercutiendo en una peor adaptación y control sobre estas variables desde una perspectiva más holística.


En un primer momento puede parecer banal la reflexión que intento desarrollar, pero vamos a intentar comprender cómo la perspectiva global espacio-tiempo ha ido transformándose a la misma velocidad que lo hacían los medios de transporte y la comunicación. Durante el último siglo la revolución del transporte ha sido exponencialmente mayor que toda la evolución alcanzada durante toda nuestra existencia. Esta modificación en las estructuras mentales y sociales condiciona y determina la percepción del individuo sobre sí mismo y la relación con el medio. Es por ello que la crítica que quiero realizar desde aquí verse sobre esa modificación de la conciencia colectiva generada en el individuo por la modificación en las variables espacio-temporales en las que inevitablemente vivimos y que, en la mayoría de los casos, son en nuestro perjuicio, debido principalmente a que nos son impuestas como parámetros en los que debemos subsistir sin plantearnos si éstas son, o no, las referencias más acordes y adecuadas para nuestro desarrollo vital.


Así, a través de un medio de locomoción respetuoso con esas variables como lo puede llegar a ser una inocente bicicleta es como, a través de la misma, podemos iniciar una pequeña y a la vez profunda modificación de esas deformadas estructuras mentales. La bicicleta en éste sentido funcionaría como corrector de la percepción mental del mundo, debido principalmente a la baja y acorde velocidad con la que se mueve. Ello nos permite tener un rápido contacto con el medio natural y cultural por el que transitamos. Llegando a modificar o corregir los elementos propios más profundos de la identidad del individuo generando con ello una revolución completa sobre éste y, así mismo, sobre el cuerpo social, provocando en la sociedad una nueva perspectiva social del mundo y sobre el propio ser individual.


Para intentar dar algo más de luz a la explicación vamos a imaginarnos una sencilla situación, imaginémonos que queremos realizar un viaje de larga distancia en bicicleta, pongamos por caso una distancia de unos 4000 km. para recorrerlas en bicicleta a una media de 50 km diarios necesitaríamos unos dos meses y medio aproximadamente para completar el recorrido. Ahora bien, si en lugar de la bicicleta tomásemos un avión la misma distancia sería recorrida en escasas tres horas. Es decir, la distancia recorrida en un día por la bicicleta la recorre el avión en escasos ¡2 minutos!. ¿Qué quiero decir con ello?, que la transformación y el desarrollo sufrido por y para el individuo durante esos dos meses y medio respecto del mundo que va conociendo y de sí mismo se anula cuando se lleva a cabo en un medio de transporte como el avión, por tanto, el uso continuado de éste medio de transporte, así como del automóvil, el ferrocarril o el barco, modifica profundamente las estructuras mentales de los individuos con la consiguiente pérdida del equilibrio en el sentido espacio-temporal del hombre respecto del planeta y de las distintas culturas que en él habitan.


No quiero aquí denostar los beneficios que éste medio de transporte ha generado en el desarrollo de la técnica y la comunicación pero sí quiero resaltar aquí la pérdida de cierto sentido “más original y primitivo” del hombre con respecto a la tierra y a su más acorde relación espacio-temporal con el mundo que le rodea y sobre las distintas personas que en él habitan y que, de manera casual, la bicicleta puede ayudar a que podamos recuperar, como si de una autocumplida utopía se tratase debido principalmente a su baja velocidad y sobre todo a que la energía necesaria para su movimiento proviene únicamente del esfuerzo del individuo. Completando de ésta forma una drástica reforma conceptual y filosófica respecto de las agresivas modificaciones sufridas en el individuo por parte de la razón tecnológica en relación a nuestro universo existencial. El individuo dejará, así, de concebir el mundo como un mero espacio en el que desarrollar sus actividades y pasará a comprender el medio en el que vive y se desarrolla como una serie de diferentes lugares cada uno con sus particularidades y sus contradicciones, de la misma forma que alcanzará otra perspectiva más enriquecedora y plena en cuanto a la alteridad y diversidad de ésta se refiere.


Resulta curioso observar como el uso de un medio de transporte como la bicicleta, que ya en su momento tuvo una gran importancia en el cambio de las perspectivas sociales del espacio-tiempo, pueda de nuevo, generar otra profunda modificación, en las mismas, decenios más tarde y sin apenas haber evolucionado en su básico concepto.


¡Saludos!


Eduardo.