Así, pues, un viernes a última hora decido subir a la Pedriza, dejo el coche en Canto Cochino y, ya de noche, subo hasta el collado de la Dehesilla con la ayuda del frontal, hacer este tramo de un par de horas solo y de noche provoca en mí una descarga de buenas sensaciones -el monte de noche tiene otra dimensión- , arriba me esperaba el descanso y horas más tarde la privilegiada vista del amanecer.
Después de remolonear mucho, de desayunar y de disfrutar de las primeras luces decido continuar con la ruta. Esta me llevará cresteando por el extremo oriental del Circo posterior de la Pedriza dónde navegando entre el granito y tirando de un buen petate alcanzo el paso de Las Torres. Lugar donde decidiré qué camino seguir.
Al final decido alcanzar la cuerda larga y poder disfrutar de las vistas que proporciona el Valle de Lozoya en un día en el que la luminosidad del cielo es un verdadero privilegio para los sentidos. Después de parar para retomar fuerzas y recrearme haciendo instantaneas decido descender por un pedregal hasta la Pradera de la Nava y de ahí recortando la pista forestal hasta el río Manzanares y siguiendo el cauce de éste hasta Canto Cochino donde me esperaría un buen bocata y la satisfacción de un día y una noche inolvidable después de todo un día de disfrute a pie.


