15 de marzo de 2010

Segunda crónica "Cuba a pedales"

Viñales, a 15 de Marzo 2010.


Recorrer los 200 kilómetros que separan La Habana de Viñales en bicicleta ha resultado ser realmente más duro de lo que presuponía en un primer momento. No creo que las bacheadas carreteras, las suaves lomas del camino, el mucho peso que llevo conmigo, la intensa humedad, la abundante lluvia o las dimensiones de la nueva bicicleta tenga mucha importancia en ello, creo más bien que es algo psicológico, es difícil de explicar, es algo que tiene que ver más con las sensaciones que voy teniendo a lo largo de cada día encima de la bicicleta, y, hasta ahora, puedo decir que, no he ido todo lo fino que me hubiera gustado y a lo que suelo estar acostumbrado. A pesar de todo ello he conseguido mi primer objetivo que me satisface e ilusiona como la más dulce de las victorias, así pues, ya en Viñales, los mogotes que tanto caracterizan esta región acompañan mis deseos de conocer en profundidad esta impresionante reserva natural.


La especial geografía de esta provincia es fruto de los movimientos de las placas tectónicas que en su choque lateral han ido generando grandes y numerosas elevaciones en la superficie de la tierra, estas elevaciones de entre 300 y 600 metros de altitud sobre el nivel del mar son generalmente de roca caliza y, resulta muy curioso observar como, la erosión producida por el agua y el viento en estas formaciones genera importantes cambios en sus estructuras, estos cambios pueden darse por desgaste provocando la aparición de cavidades y grandes cuevas o bien producidos por la lenta y continuada sedimentación dando lugar a la aparición de estructuras secundarias como las estalactitas, tufas y chorreras tan características.


Además en la superficie se origina una abundante y frondosa vegetación tropical compuesta por palmeras, pitas, numerosos árboles tropicales y un sin número de plantas y flores (como las orquídeas) y pequeños cactus. De igual forma se da lugar en estos montes una rica y variada fauna, en la que la jutía (especie de gran roedor) y la tiñosa (rapaz carroñera) se sitúan en la cúspide de la cadena alimentaria del mundo animal.


Y, así, nada más llegar a esta mediana ciudad busco a Yarobys, experimentado escalador local al que he conocido gracias al foro virtual de escaladores cubanos, y, al que, gracias a él empezaré a descubrir los secretos de la incipiente y por el momento “ilegal” escalada cubana.


El primer día de escalada Yaro me lleva a La cueva de la Vaca, cueva de enormes dimensiones donde se pueden escalar un gran número de vías, la mayoría de bastante grado (desde 6b a 8a) con fuertes desplomes, a pesar de que fuera de ella descarguen los abundantes frentes fríos que entran por el occidente de la isla provocando la rápida inundación de pasos y caminos y generando densos barrizales de tierra rojiza en los campos viñaleros.


Nada más iniciar mi primera toma de contacto con la roca caliza cubana me doy cuenta de la gran dureza que tienen las vías aquí. Apenas consigo alzarme unos metros sobre la verticalidad para comprobar y sentir el novedoso tacto de la arenisca que forman las estalactitas que junto a mi escaso dominio de la técnica en esta roca y la consabida fuerza de la gravedad provocan la involuntaria apertura de mis dedos e iniciando con ello una corta, rápida e intensa precipitación al vacío.


Al instante, la caída se detiene gracias a la seguridad ofrecida por mi compañero. En este punto me doy cuenta del enorme esfuerzo y tiempo que me llevará conocer y descubrir la técnica necesaria para trepar ágilmente por estas fantásticas y explosivas vías.


Al cabo de un par de días, Yaro me hace saber que los miembros del Joven Club de Viñales forman un grupo espeleológico y que en pocos días van a realizar una exploración con el fin de recoger datos topográficos, localizar y reconocer nuevas cuevas así como descubrir posibles asentamientos de cimarrones, así pues, nada más conocer la existencia de este grupo y la inminente exploración decido preguntar si existe la posibilidad de unirme a él. Siendo Yaro la persona que se encarga de gestionar y tramitar el posible permiso de mi incorporación al grupo.


Recibo con gran ilusión la afirmativa respuesta de mi solicitud al grupo espeleológico y, así pues, debemos ir preparando todo el material necesario para el fin de semana. Material que se compone principalmente del equipo de campaña, provisiones y todo el material espeleológico; lámparas de carburo, cascos, botas, etcétera.


El lugar que vamos a explorar se encuentra a unos 30 kilómetros de Viñales y los escasos medios de transporte existentes es la isla nos obligan a que algunos de nosotros vayamos en bicicleta y otros haciendo botella (en autostop) hasta el campo base cargando enormes bultos de material sobre nuestras monturas y cuerpos.


Nada más llegar al campo base situado en la cima de una suave loma flanqueada por dos enormes mogotes unidos entre sí por abundante y espeso monte tropical y campos de cultivo desplegamos las tiendas de campaña y organizamos el lugar donde realizaremos la comida para los diez integrantes de la expedición, una hoguera y una gran olla dan forma a nuestra improvisada cocina protegida únicamente de las inclemencias meteorológicas por una gran y resistente lona.


Resulta interesante observar la buena experiencia que demuestra el grupo en cada actividad que lleva a cabo y de qué manera disponen cada imprescindible elemento para poder llevar a cabo con éxito las actividades espeleológicas.


Resulta emocionante, además, conocer in situ el monte tropical cubano y realizar el gran esfuerzo necesario que supone andar sobre los mogotes para llegar a descubrir sus secretos. La formación superficial por la que debemos avanzar es una formación rocosa muy especial al igual que peligrosa se trata de una roca caliza tornada en afiladas y puntiagudas cuchillas gracias a la erosión del agua, a ello hay que unirle una espesa vegetación que dificulta el avance y la orientación, y así, el esfuerzo necesario para progresar sobre éste terreno se vuelve mayúsculo. Calculo que recorremos 2 o 3 kilómetros cada 4 horas, sin duda, todo un derroche de fuerza y energía.


A pesar de la dificultad del acceso y del lento avance alcanzar y adentrarse en las numerosas cuevas que hay bajo los mogotes resulta una experiencia única y emocionante. Recorrer las profundas y numerosas galerías a lo largo de las profundidades subterráneas, que se abren a la vista gracias a la brillante luz de las lámparas de carburo, requiere de movimientos hábiles para retorcerse y arrastrarse por pequeños huecos de roca donde posteriormente poder descubrir después de estrechos pasos enormes bóvedas y profundos pozos subterráneos en los cuales se encierran imágenes sorprendentes de enormes estalactitas y abundantes especies de murciélagos.


Uno de los objetivos de la expedición era localizar posibles asentamientos de cimarrones, antiguos esclavos huidos y fuertemente perseguidos que debían de adentrarse en estas sierras como única manera de sobrevivir al acoso esclavista. Y, así, de esta forma y en una de las numerosas cuevas exploradas tuvimos la fortuna de poder descubrir posibles restos de asentamientos del cimarrón, descubrimientos que generaron una inmensa alegría en el seno de todo el grupo.


Y de esta cansada y feliz manera concluían los días de exploración espeleológica donde pude conocer, recibir y disfrutar tanto de la buena camaradería y excelente trato que me brindaron cada uno de los miembros del grupo espeleológico como de la especial belleza de las noches cubanas bajo las suaves líneas que lo mogotes dibujan en el horizonte acompasados por rítmicos cánticos de aves tropicales y bajo la atenta mirada de una más que enigmática luna llena.


¡Saludos!


Eduardo.





8 de marzo de 2010

Primera crónica: "Cuba en bicicleta"

Jueves, 25 de Febrero del 2010.



Sentado frente al ordenador en la sala de computación de la localidad de Viñales, provincia de Pinar del Río, trato de poner orden a cada sensación, a cada emoción y a cada recuerdo que se agolpa en mis dedos pidiendo ser transmitida y escrita en el papel.

Por dónde empezar?. -me pregunto-

El vuelo que me trajo a Cuba era una especie de pequeña comunidad en la que todo el pasaje confraterniza de una forma un tanto especial. Familias que entablan conversación con suma facilidad mientras sus niños corren despreocupados por los pasillos, mayores charlando amistosamente con sus compañeros de butaca tomando suaves tragos de ron cubano, azafatas atentas ante cualquier necesidad de los pasajeros o algún que otro valiente ciclo-aventurero que, como el que os escribe, carga su montura en el avión, para con ella, intentar conocer y comprender qué significado tiene realmente aquello cuando hablamos de Cuba.

Las 11 horas de vuelo que afrontamos pueden dejar a cualquiera bastante molido. Y así pues, una vez en La Habana y ya de noche, mi plan de montar la bici y buscar algún sitio dónde pernoctar se esfuma y ante la nueva perspectiva que se me ofrece decido con la ayuda de Antxón y Xabi -dos ciclo aventureros de Vitoria con los que comparto butaca en el avión- irme con ellos a una casa particular, ya reservada de antemano, donde trataremos de recuperarnos físicamente de las secuelas que produce adelantar 6 horas a los relojes biológicos.

En la casa, Elisa y su familia nos reciben con los brazos abiertos pero rápida y hábilmente nos preguntan, -pero, no erais dos?- sí pero ahora somos tres, decimos al unísono, y así, de una forma natural y familiar nos acogen a todos en su casa. A la mañana siguiente trato de ubicarme en el espacio y el tiempo que la ciudad de La Habana me ofrece, la temperatura es de unos veinte grados, la humedad muy alta y en las grandes calles de la capital los enormes símbolos nacionales de la Revolución cubana y su amplificada propaganda me sitúan en un mundo “socialista” completamente desconocido para mí, al que deberé irme acostumbrando rápidamente.

La Habana es una ciudad bulliciosa en la que por el momento no quiero sumergirme, así que, sin perder mucho tiempo ordeno mi bicicleta y pongo dirección al malecón, lugar por el que siguiendo la costa norte rumbo al oeste, trataré de ir, poco a poco, alcanzando la provincia más occidental de la isla, Pinar del Río, de la que tanto he leído y con la que tanto he soñado los días previos a mi partida.

Como siempre en estos casos la realidad de la situación supera con creces la ficción y, así, los abundantes campos de cultivo dónde los campesinos con sus viejas técnicas de cultivo, como esos bueyes que, tirando lenta y pesadamente de sus yuntas tratan de labrar la explosión de sabores que producirán en el paladar frutos como la banana, la piña, la papaya, la guayaba o la malanga, o cualquier otro de los muchos y sabrosos alimentos que la rica gastronomía cubana elabora con toda su sabiduría.

En el camino conozco a un gran número de ciclistas locales con los que comparto kilómetros y gracias a los cuales voy conociendo tanto el mundo ciclístico cubano como la depurada técnica local de modificar y reutilizar piezas de todo tipo para ir cubriendo las muchas necesidades que aquí se imponen a la hora de trabajar, moverse por el país o realizar cualquier otra actividad.

Y, así, a medida que se suceden mis etapas voy conociendo a diferentes familias con las que confraternizo y comparto grandes momentos conociendo de primera mano algunas de mis motivaciones que me lanzaron a esta aventura. La hospitalidad, la amabilidad y sobre todo el genuino desprendimiento que ofrece el pueblo cubano ante cualquier necesidad social son de una sinceridad, para mí, total y plenamente enriquecedora y auténtico ejemplo para el modo de vida occidental.

Por el momento durante mi travesía no he tenido la posibilidad de pernoctar bajo el cielo cubano pero espero que pronto pueda disfrutar de él en toda su dimensión. Y, así, a unos 50 kilómetros por día, avanzo lentamente por las bacheadas carreteras cubanas y progresivamente voy viendo cómo asoman por el horizonte los reconocibles mogotes que tanto caracterizan esta parte de la isla. Al tiempo que voy pensando en las satisfacciones que producirá en cualquier escalador trepar por esas grandes y bonitas paredes llenas de chorreras y estalactitas que la roca caliza moldea con el pausado ritmo de los años.




Bonita imagen de un ciclista cubano

Típica casa rural en la província de Pinar del río.


Panorámica de los famosos Mogotes en el Valle de Viñales.


Bonita estampa de Viñales.


Escalando en la Cueva de la Vaca. Viñales.


Disfrutando a tope de la caliza cubana.


De expedición espeleológica.


Hilario, sabio espeleólogo en pleno momento de trabajo, mirad en la roca.


Hilario y Osniel caminando por los montes sobre el diente de perro, nombre popular a la formación que toma esta roca en el suelo. Auténticas cuchillas!


Los excelentes trabajos de Hilario.


Lugar en el que acampamos la expedición espeleológica.

De los días de escalada y espeleología os hablaré en la próxima crónica.

Saludos!

Eduardo.




3 de marzo de 2010

Cuba en bicicleta

Ahora tambien con el enlace al texto impreso.

Presentación íntegra del viaje a partir de las conversaciones con un periódico local, El Extremadura.

Bueno, voy a empezar dando unas pequeñas pinceladas de mí para que los lectores puedan tener una idea de cómo soy.

Lo primero, me llamo Eduardo y decirte que soy natural de Cáceres desde hace algo más de tres décadas pero actualmente resido en Madrid dónde me he dedicado a estudiar -terminé la Licenciatura en Humanidades el pasado Septiembre, después de haber terminado Empresariales anteriormente- al tiempo, he trabajado para Correos de manera eventual. Esta forma de contratación me brinda la posibilidad de proyectar viajes de entre 2 y 4 meses, los cuales siempre que puedo trato de aprovechar.

Desde hace unos años he descubierto una manera de viajar diferente a la generalmente establecida hoy día, ésta no es otra que desplazarme en bicicleta a lo largo y ancho del planeta. La curiosidad de conocer nuevos lugares y culturas se unió de manera casual a mi afición por la bicicleta de montaña y, así, conocí lo que yo denomino la ciclo-aventura. Esta manera alternativa ha supuesto para mí una pequeña-gran revolución en mi manera de entender el mundo y, en él, a sus gentes y culturas. La proximidad que este medio de transporte te ofrece respecto de la proximidad a las gentes y culturas por las que viajas hace que tengas un mayor conocimiento de la realidad social en la que te mueves y, así, puedas comprender la cultura autóctona desde sus contradicciones eliminando cualquier prejuicio concebido a priori, por otra parte, la filosofía de viaje que llevo a cabo está permanentemente en contacto con la naturaleza, puesto que, siempre que puedo aprovecho para disfrutar de los placeres que ofrece ésta a aquellos que están dispuestos a pernoctar o vivaquear sin más cobijo que la inmensidad del orbe celeste. Los placeres de los que hablaba no son otros que una cálida puesta de sol después de un día de entrega ciclística, un inmenso cielo estrellado bajo el cual descansar o un nuevo amanecer que anuncie la proximidad de nuevas aventuras.

Hasta este momento he realizado algún que otro viaje más o menos largo en bicicleta: El primero fue un camino de Santiago desde Madrid que supuso mi descubrimiento de esta forma de viajar. A partir de éste momento se me abrieron un sin fín de proyectos a los cuales, poco a poco, voy dando forma. Otro viaje del que guardo un gran recuerdo fue la travesía que hice desde Barcelona a Atenas, (vía Italia), dónde además, de viajar por diferentes culturas fuí realizando un viaje en la historia de los pueblos que vivieron en la ribera del Mar Mediterráneo, (como fueron: Imperio Romano, Cultura etrusca, Magna Grecia y la cultura minoica, entre otras), otro viaje que he realizado recientemente ha sido el de recorrer nuestro acogedor y vecino Marruecos con la idea de alcanzar el desierto desde Algeciras. Otros más modestos me llevaron a recorrer la Sierra de Gredos o el Sistema Ibérico, ya en nuestro país.


El objetivo de éste viaje podría definirlo como un acercamiento a la realidad política, social y cultural del pueblo cubano desde el mayor acercamiento personal posible, y, por ello, creo que, viajar en bicicleta me va a permitir obtener esa visión panorámica de la realidad cubana en una dimensión más completa y enriquecedora.


Respecto a la pregunta que me haces, ¿Qué espero encontrarme allí?, pues, sólo puedo decirte que, no sé exactamente que espero de Cuba pero de una cosa sí estoy, casi seguro, y es que la convivencia y mi aprendizaje de las relaciones sociales en cuba puede resultar toda una gran aventura, y es, eso mismo, lo que me propongo buscar.


Dando respuesta a otra de tus preguntas, decirte, que la preparación de éste tipo de viajes es mínima, aunque pueda parecer lo contrario y dejando a un lado la preparación del equipo básico ciclístico y de campaña, la mejor manera de afrontar este tipo de aventuras es la improvisación ya que, ésta, es la antesala de una libertad de movimientos y de acción mayor, más completa e infinitamente más genuina que otros rígidos planes de viaje.

Me alegro de que me hables de la financiación puesto que es la primera vez que dispongo de esponsores a los cuales estoy enormemente agradecido por el apoyo que he recibido de ellos (Bicicletas MSC, Bikezonatv, Mammoth, Calmera y Karakol), todos han colaborado en mi proyecto con la entrega de material ciclístico, desde una bicicleta hasta útiles, consumibles, recambios o ropa, por ejemplo. En este apartado entra un factor importante dentro de los objetivos del viaje, -que antes no he mencionado-, y no es otro que, al finalizar la aventura donaré todo éste material, incluido la bicicleta, a alguna asociación de deportes local. El resto de los gastos del viaje son fruto del ahorro de todo un año.

Y aqui os dejo el enlace de la publicacion impresa por JAIME J. TORBELLINO el 22/02/2010:

http://www.elperiodicoextremadura.com/noticias/noticia.asp?pkid=494234



Saludos!

Eduardo.