20 de junio de 2008

Camino de Santiago




Primera etapa: Madrid-Cercedilla.

Hoy, a diez de Abril del 2008, salimos desde Madrid con dirección a Santiago de Compostela.

A las 7:30 de la mañana salgo de casa pertrechado de todo el equipo: la bici, las alforjas, y un largo etcétera. Unos instantes antes de comenzar nuestra aventura, me viene a la cabeza una idea, y es que, todo viaje, cualquiera que sea, comienza con un primer y pequeño paso, pequeño y a la vez tan enorme por todo aquello a lo que nos conducirá y, así pues, será ese pequeño y gran paso el que impulsará toda nuestra andadura y dará origen a nuestra peregrinación.



Ya en la calle, subo por la calle Atocha dirección a la plaza de Ramales, cerca está la iglesia de Santiago, éste es el lugar elegido para encontrarme con mi compañero de camino: se llama Tadeo, buen amigo, brasileño y compañero de la universidad.

Somos puntuales y a las 8:00, damos inicio a nuestro propósito, que no es otro que disfrutar de todo aquello que envuelve el Camino de Santiago.

Las distintas banderas que vemos ondean con fuerza y un cielo encapotado nos da la bienvenida, después de la foto obligada de la partida en los Jardines de Sabatini, bajamos la cuesta de San Vicente hasta la Casa de Campo y allí tomamos el carril bici que nos ayudará a bordear la ciudad.


A pesar de las innumerables ocasiones en que he podido disfrutar de las virtudes de la Casa de Campo, así como de las céntricas calles madrileñas, hoy, todo, tiene un color diferente y, la luz de la partida y, sin duda, la magia del Camino, lo envuelve todo.

Ya en el carril bici, circulamos en paralelo al Manzanares (-nota-, único día que he visto correr el agua en este río). Avanzamos lentamente pero de forma constante, la alegría y la emoción están presentes, pasada la zona de Puerta de Hierro decidimos enfundarnos los chubasqueros, pues, el cielo trae avisos de agua.

Seguimos por el carril bici hasta la bifurcación de Colmenar Viejo, éste carril bici es notablemente más antiguo que el primero y está más transitado por ciclistas. Es un orgullo saludar a compañeros del deporte que te desean buen viaje, aun más, con la que, ya, estaba cayendo. Alguno incluso nos recuerda que: -¡menudo momento habéis elegido para iniciar vuestra aventura!-, el cielo se cierra definitivamente y arrecia el agua, los túneles anegados hacen que vayamos con especial cuidado, a pesar del agua, la moral y las fuerzas están pletóricas y en este momento nada es capaz de quitarnos la sonrisa de la cara.

Así, los próximos 20 kilómetros hasta Colmenar Viejo han sido bajo una medio-fuerte cortina de agua y alguna racha de viento.

En Colmenar, hemos atravesado el pueblo hasta la iglesia y en la casa parroquial nos han puesto nuestro primer sello.

Desayunamos una vez más, té caliente y continuamos por carretera dirección Cerceda, vamos dejando atrás numerosas fincas ganaderas y la carretera sube y baja continuamente hasta que en una de las muchas glorietas que atravesamos tomamos dirección Navacerrada, aquí, la carretera empieza a picar hacia arriba con cierta dureza y en un determinado punto, un hito del Camino, nos recuerda que restan 615 kilómetros para llegar a Santiago, uffff!!!...casi ná!!!. En este punto decidimos salirnos de la carretera, ya ha dejado de llover y, aun así, hay bastante agua por todas partes.

Atravesamos unos limpios senderos (ya conocidos por mí, de la bajada del Mirador de las Canchas con Miguel, Jesús y compañía), estos caminos nos llevan, siguiendo las flechas, hasta Navacerrada, atravesamos el pueblo y ascendemos las primeras rampas del puerto, éstas nos exigen e incluso hacen daño, pues los kilómetros acumulados se van notando, subimos hasta el collado del Arcipreste y tomamos dirección Cercedilla, a partir de aquí todo bajada hasta el pueblo, de nuevo, la lluvia hace acto de presencia pero esta vez con mayor fuerza y virulencia, así que, el descenso se vuelve sumamente peligroso.



Una vez en el pueblo y sobre las cuatro de la tarde, entramos con 6 grados y empapados hasta los huesos, y después de preguntar a varios vecinos, ya con las fuerzas justitas y la humedad haciendo mella en las extremidades, recibimos la hospitalidad de los Padres Escolapios, que aunque no acogen a peregrinos por sistema, -debo decir, que el presentarnos calados hasta los huesos y pidiendo hospitalidad para dos peregrinos con la intención de llegar a Santiago, son muestras suficientes para que se le afloje el alma a cualquier persona.- Y así, sin dudarlo acceden a nuestra solicitud de hospitalidad.

Debo decir que el lugar se llama: El mirador de Calasanz, y está muy cerca del cruce que sube a las dehesas. Los Padres Escolapios se dedican a realizar ejercicios espirituales y religiosos, por lo que nos encontramos con numerosas muestras de religiosidad en el centro, crucifijos y bíblias decoran las habitaciones, las instalaciones hacen que gocemos de una reconfortante ducha caliente y, de seguido, en el primer bar que vemos, nos apretamos una de las mejores tortillas de patatas que recuerdo.

Ya, recogidos en la habitación y descansando, miro los datos del cuenta, éste dice: 5 horas 56 minutos de pedaleo y la friolera de 79 kilómetros recorridos.

Y, concluyendo el día, solo queda echar un vistazo a la etapa de mañana, el puerto de La Fuenfría y, de ahí, a Segovia, pero eso es la etapa de mañana ahora toca descansar, no sin antes, agradecer a Fidencio su hospitalidad.


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