12 de junio de 2008

Novena etapa


Novena etapa: Fonfría-Triacastela.

Ayer, a las 19:30 nos dicen que podemos bajar a cenar, entramos en una antigua palloza reformada y Lourdes, la jefa del albergue empieza a sacar fuentes de pote gallego, cuento hasta siete perolas y otras tantas bandejas de carne guisada. Comemos hasta hartarnos, a la mesa nos sentamos todos los peregrinos del albergue, mayoría alemana, aun así, nos comunicamos como podemos y pasamos un buen rato. Ahí fuera sigue lloviendo.

Ya de noche, cuesta conciliar el sueño con tanta comida en el cuerpo, oigo el sonido del aire golpear con fuerza las ventanas y ya, tarde, consigo dormirme.

Por la mañana, los peregrinos madrugan, el que os cuenta se queda un rato más en la cama, puesto que, creo que Tadeo ha debido de parar en O´cebreiro, y así, de esta forma, le doy tiempo para que me alcance y seguir juntos.

A las 9:00 por fin me levanto, alguien dice, -¡fuera está nevando!-,-bueno, no será para tanto, estamos a finales de Abril-, me digo, me levanto despacio, salto de la litera y me acerco a la ventana, y para mi sorpresa, no solo está nevando sino que además hay ventisca,-¡vaya panorama!-. Ver salir del refugio a los peregrinos es todo un poema, el viento azota y nieva copiosamente, aun así, los valientes salen fuera a continuar el Camino, sin duda es una imagen dantesca apenas se mantienen en pie. Es cierto que es todo descenso pero solo mirar fuera da miedo. Algunos otros deciden llamar a un taxi pero éste confirma su aparición para mediodía debido a la cantidad de gente que se ha quedado aislada.



Ante tal perspectiva voy pensando, -¿qué hacer?-, lo mejor será hacer noche aquí y esperar a mañana a ver si remite la furia meteorológica, el sitio es magnífico así que tampoco es mal plan. En el albergue hay otro bicigrino de Madrid, José Luís, que ha salido de León, al que adelanté en el puerto, me dice que va a coger el bus y que no sigue con este tiempo,-cierto es, que no lleva el equipo para afrontar estas condiciones-.

Las chicas del albergue nos dan de desayunar, charlamos de todo y pasamos un buen rato, nos invitan a quedarnos, a trabajar como hospitaleros y demás, las coñas se hacen un hueco y nos echamos unas risas, más, cuando Lourdes decide invitarnos al almuerzo y a unos ribeiros, fuera el tiempo empeora, veo como nieva y los centímetros se acumulan, vemos pasar la máquina quitanieves, y pienso,-no se puede hacer nada, sólo esperar-, me entretengo con las guías y escribo algo, las horas pasan y sigue nevando.



Alrededor de la 13:00 veo que hay momentos de tregua, pero sigue nevando, las noticias para mañana no son muy halagüeñas, después de un rato, suena el teléfono, es Tadeo, me dice que está en Triacastela, que ayer consiguió bajar el puerto. Bueno, le cuento como está la cosa por aquí arriba y quedamos en que la llamo si hay novedades.

Me vuelvo a asomar a la ventana y veo cerca de 15 centímetros de nieve, sigue nevando, pero es verdad que no tanto como esta mañana, en este momento decido recoger las cosas, por si acaso, veo un momento propicio para salir. Triacastela está cerca y es todo bajada, lo dicho, me pongo a recoger y dejo todo preparado por si acaso, la situación requiere equiparse bien, así que, decido ponerme 2 pares de calcetines, dos cullottes de invierno, una camiseta térmica, el maillot, el forro y el chubasquero, me pongo prácticamente toda la ropa que tengo y, así, en un momento de calma decido salir y aventurarme en el descenso hasta Triacastela.

Salgo fuera con la bici, hay mucha nieve, pero el viento ha dado una tregua es el momento, antes de salir le digo a José Luís que me retrate ante tal paisaje navideño, me despido de mis amigos con gran énfasis, puesto que la ocasión no era para menos y, así, a duras penas, bajo hasta la carretera y me monto en la bicicleta, por momentos me digo,- esto es increíble, vaya condiciones-.



Sé, que todo es bajada, pero al salir a campo abierto el aire entra tan fuerte que me frena en seco, voy bien abrigado, pero es peligroso avanzar con estas condiciones, desciendo rampas de consideración y el viento no me deja ir a más de 15km/h, bajo con todas las precauciones, pero aun así, se hace muy peligroso y arriesgado, la bicicleta se vuelve muy inestable con el viento y el agua.



Veo a algún peregrino por el arcén, nos animamos, cada uno va como puede pero en estas condiciones la bicicleta resulta en extremo peligrosa. En poco tiempo el viento, el frío y la humedad hacen mucho daño, y resulta difícil mantener la temperatura corporal, por fin, llego a Triacastela, sólo son 650 m de desnivel, pero en estas condiciones se convierte en toda una odisea.

Ya en el pueblo, voy directo al albergue, allí me encuentro con Tadeo, nos damos un fuerte abrazo y nos contamos las peripecias de la subida a O´cebreiro el día anterior. Poco a poco van llegando más peregrinos al albergue y para mí sorpresa nos encontramos con Robbi, nuestro colega de la Isla de Man, ¡que tío!, ha conseguido alcanzarnos a pie y con el puerto de por medio,-¡este hombre es una máquina!-, nos decimos, así pues, nos damos un abrazo y charlamos de todo un poco pero sobretodo del mal tiempo. La verdad es que el día lo pasamos tranquilos, descansando, haciendo la colada y esperando a que pase el temporal, en este caso el cuenta es anecdótico: 21 minutos de pedaleo y 11,15 kilómetros, realmente lo importante hoy, era conseguir bajar el puerto, entero y de una pieza.

Tumbado en la cama, dejo pasar las horas y, por momentos, me doy cuenta de que esto se está terminando, -he de confesaros-, que me entra cierta nostalgia sólo de pensar que esto pueda terminar, calculo que sólo nos quedan 155 km.,-eso son sólo un par de días,¡no puedo creerlo!-, sólo llevamos nueve días cuando esta forma de vida nos ha atrapado y no queremos ver el momento de volver a la rutina diaria, ojala pudiéramos seguir así por más tiempo. De esta forma, resuelvo que, el momento de regresar va a ser lo más duro del Camino, sin duda. En este instante lo único que puede calmar estos pensamientos es la idea de buscar nuevos proyectos y, -así lo hago-, pienso en los otros caminos que podemos hacer, el primitivo, la ruta de la plata, el de Portugal, cruzar los pirineos, y un largo etc., y así, de esta manera, consigo subir la moral y aumentar los ánimos. Por momentos, me doy cuenta de que el futuro proyecto, el que sea, ya ha quedado sembrado y sólo hay que esperar a que germine.

Cenamos con Robbi, unos caldos gallegos, y decidimos recogernos después de charlar largo y tendido.

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